Entre la izquierda y la derecha: la incierta situación del medio ambiente en Brasil y Colombia

Introducción

La gobernanza ambiental depende de la disposición de los gobiernos para proteger el medio ambiente, sin embargo, las evidencias demuestran que es un asunto de mayor relevancia para mandatarios de izquierda en comparación con sus contrapartes de derecha. En los últimos años se ha observado cómo la protección del medio ambiente ha tomado un lugar preponderante en la agenda internacional. Los efectos del cambio climático son cada vez más severos sobre el orden social de los países y del mundo. Junto con problemáticas como el aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), la deforestación, la extinción de especies, la contaminación de los ecosistemas, entre otras, hace de la situación ambiental un reto cada vez más crítico. En el continente americano, países como Brasil y Colombia pueden ser considerados como líderes ambientales, pues en sus territorios se pueden encontrar miles de especies únicas de fauna y flora, junto con biomas y climas que hacen de estos países ricos en biodiversidad. Sin embargo, la protección de esta diversidad biológica está a cargo de los gobiernos, cuyas políticas determinan el presente y futuro ambiental de estas zonas y, por ende, del globo entero.

Políticamente, ambos países se han caracterizado por coincidir en las ideologías de sus últimos mandatarios. En Colombia, el presidente de derecha Iván Duque llegó al cargo en el año 2018; tan solo un año después, en 2019, el líder político Jair Bolsonaro, llegó a la presidencia de Brasil con un discurso de la misma índole. Ambos presidentes lograron compaginar y crear acuerdos de carácter ambiental para proteger la diversidad biológica de sus territorios. Pese a ello, sus prioridades estaban enfocadas en temáticas económicas, por lo que se generaron acciones en contra de los espacios medioambientales. Por otro lado, para las elecciones presidenciales del 2022 en Colombia, Gustavo Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda en llegar al poder; y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, volvió a la presidencia a comienzos de 2023. Ambos mandatarios, sostuvieron una bandera medioambiental, en pro de la protección de la naturaleza —en especial de la Amazonía— y en contra de la aceleración del cambio climático. Sin embargo, en lo que va de sus administraciones también se han cometido desaciertos que han puesto en duda sus iniciales compromisos ambientales.

Contexto ambiental

Al hablar de la protección del medio ambiente en América Latina, es necesario destacar la situación de dos de los países megadiversos de la región: Brasil y Colombia. De acuerdo con la UNEP (2019), el primero alberga entre el 15% y 20% de la diversidad biológica del mundo y es hogar de más de 115.333 especies de animales, y 47.754 plantas y hongos. Así mismo, en su territorio se encuentran variedad de biomas que incluyen al menos el 90% del territorio total del país. Por otro lado, Colombia “alberga cerca del 10% de la biodiversidad mundial, contiene cinco reservas mundiales de biósfera y es el segundo país con más biodiversidad por kilómetro cuadrado” (Colombia.co, n.d.). Junto con Perú, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam y Guayana Francesa, ambos países comparten en su territorio el Amazonas; el bosque tropical más extenso del mundo. Con sus 7 000 000 km2, el denominado pulmón del mundo ocupa el 40% de la superficie total de Sudamérica y es el encargado de producir alrededor del 20% de oxígeno de la tierra (Cooperating Volunteers, 2018).

Estos factores juntos, hacen de Brasil y Colombia puntos estratégicos para la preservación y protección ambiental a nivel mundial. Sin embargo, la biodiversidad de fauna y flora de ambos países se ha visto afectada en los últimos años con la problemática ambiental. La deforestación, la contaminación y el cambio climático, han puesto en riesgo la supervivencia, no solo de la Amazonía, sino también de los demás ecosistemas y áreas ecológicas que constituyen ambos territorios.

En primer lugar, Brasil y Colombia se encuentran dentro de los cinco primeros puestos de los países de la región con mayor número de especies vivas amenazadas según el reporte de 2023 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Este evaluó el “estado de conservación de la fauna y la flora de los países a nivel global, regional y local [y demostró que] cuatro de los cinco países que lideran el ranking tienen en común el ecosistema amazónico” (La República, 2023).  Esto pone en riesgo la perdurabilidad de las especies de estos lugares y las posibilidades del descubrimiento de especies exóticas en los hábitats sudamericanos.

Fuente: (La República, 2023)

En segundo lugar, el cambio climático ha estado cada vez más presente en los territorios colombianos y brasileños, manifestándose en fenómenos naturales que afectan a seres humanos, animales y vegetación. Ambos países han sido víctimas tanto del fenómeno del Niño, como de la Niña. En el 2023, Brasil “registró más de 1.100 desastres naturales” (Canal 26, 2024), expresados preeminentemente en inundaciones y deslizamientos de tierra. Estos acontecimientos, sumados a olas de calor, sequía y precipitaciones han generado pérdidas monetarias al gigante suramericano de más de 1.000 millones de dólares. Por otro lado, Colombia tuvo un 2023 por fuertes lluvias que causaron deslizamientos, inundaciones y avalanchas que, junto con el riesgo de una posible erupción del volcán Nevado del Ruiz a inicios de mayo, atentaron contra la tranquilidad de varias zonas del país. Sin embargo, a comienzos de año el panorama cambió en varias zonas del país, donde se registraron temperaturas de más de 40°C (Infobae, 2024). Dichas temperaturas, propias del comienzo del fenómeno del Niño en el país, causaron que hectáreas de bosques, páramos y cultivos fueran afectados por al menos 278 incendios y que la región amazonas “present[ara] un aumento del 205% de focos de calor respecto al mismo periodo de 2023” (Mongabay, 2014).

Esta inestabilidad de los fenómenos climáticos pone en jaque el estado ambiental en estos países puesto que, su presencia cada vez más inesperada dentro de sus territorios, amenaza con los planes de acción y las prioridades de los gobiernos de turno. Como se puede evidenciar, esto no solo afecta la supervivencia de especies animales y vegetales en el país, sino también el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos de ambos países. Con el paso de los años, las temperaturas terrestres son cada vez más extremas y las condiciones climáticas afectan los ecosistemas acuáticos, terrestres, mixtos y artificiales que componen el espacio urbano y natural de Colombia y Brasil. Es por ello que las acciones que los gobiernos toman frente al medio ambiente de sus territorios son esenciales para preservar y proteger su fauna y flora, especialmente en territorios ricos en recursos naturales y variedad de especies animales y vegetales, y así desacelerar los efectos del cambio climático alrededor del mundo.

La cuestión ambiental en gobiernos de derecha

A pesar del creciente nivel de preocupación de la sociedad respecto al estado del medio ambiente, aún persiste una marcada polarización en las percepciones y posturas sobre este problema. La gobernanza ambiental se encuentra fragmentada entre dos enfoques opuestos, representados por posturas de izquierda y derecha -escenario de un conflicto continuo-, en el que se enfrentan a intereses completamente distintos. Por un lado, la derecha se ha caracterizado por priorizar los intereses relacionados con los medios de producción de capital y el desarrollo económico. Por lo que las consideraciones sobre los posibles impactos ambientales de dichas decisiones políticas tienden a ser relegadas a un segundo plano. Esta tendencia conlleva a adoptar una postura que minimiza la relevancia del cambio climático y otras problemáticas ambientales en las agendas políticas de los sectores y gobiernos de derecha.

En Latinoamérica los Gobiernos de derecha han implementado políticas que amenazan el medio ambiente. En el caso de Brasil, durante el mandato de Jair Bolsonaro de 2019-2022, se implementaron diferentes políticas radicales de deforestación y destrucción de pueblos amazónicos, fundamentadas en el desarrollo económico, ya que priorizó la explotación de los recursos naturales con el objetivo principal de impulsar la economía y crear empleo. Su enfoque se centró en lograr una mayor productividad económica y atraer inversiones del sector privado para convertir a Brasil en una potencia agrícola, aun cuando esto implique el deterioro de la Amazonía y la vulneración de los derechos de las comunidades indígenas.

Fuente: (France24,2023)

Tan solo en los primeros tres años de su mandato “se deforesta[ron] 34.000 kilómetros cuadrados de bosque tropical, una superficie superior a la de Cataluña o un país como Bélgica” (rtve, 2022). Así mismo, en 2022 El Monitor Forestal PlenaMata indicó que en el año se talaban aproximadamente 1.221 árboles por minuto. Tras estas estadísticas se evidenció una carencia de voluntad por parte del gobierno para aplicar la legislación ambiental y enjuiciar a ganaderos y agricultores; principales causantes de la deforestación. Además, refleja el trágico costo de priorizar los beneficios de las grandes empresas sobre el bienestar de las comunidades vulnerables y la preservación del ecosistema.

En el caso de Colombia, durante el gobierno del expresidente Iván Duque (2018-2022), se defendió un discurso ambiental que lo llevó a asumir compromisos significativos a nivel internacional y a darle prioridad en la agenda nacional. Sin embargo, a pesar de algunos avances, como la reducción de emisiones de gases y la promoción de financiamiento en temas ambientales, persistieron desafíos y críticas respecto al manejo gubernamental de la problemática ambiental. De acuerdo con Efe Verde (2022) su gestión se centró en un modelo de mercado tradicional, dejando de lado modificaciones estructurales necesarias para abordar la crisis climática y de biodiversidad, al igual que la protección de líderes y lideresas ambientales. Aunque se reconocieron ciertos logros, como avances en regulaciones sobre transiciones energéticas y cambio climático, existieron aspectos pendientes, como la contaminación por mercurio en la Amazonía.

Duque fue duramente criticado por ignorar los crímenes contra líderes ambientales en su país. Según la Revista 100 Días (2022) entre los años 2018 y 2020, 154 defensores ambientales fueron asesinados en Colombia, lo cual lo convirtió en el país más peligroso del mundo para los líderes ambientales. De igual modo, la no ratificación del Acuerdo de Escazú, diseñado para proteger a los defensores ambientales, destaca la falta de acción efectiva del gobierno frente a estas amenazas. Esta dualidad entre el discurso ambientalista y la falta de protección a los líderes ambientales refleja una priorización del desarrollo económico sobre las preocupaciones ambientales y sociales a largo plazo en Colombia por parte de la derecha en este país.

La cuestión ambiental en gobiernos de izquierda

Por otro lado, a pesar del notorio apoyo por parte de los gobiernos de derecha a la capitalización irresponsable, también ha sido evidente el impacto de las políticas ambientales implementadas durante los gobiernos de izquierda como el de Gustavo Petro en Colombia y el de Luiz Inácio Lula en Brasil, ya que ambos mandatarios han tomado como principal prioridad el medio ambiente dentro de sus agendas políticas. En Brasil, esto se ve reflejado en el restablecimiento de instituciones ambientales, las cuales se habían extinguido o desfigurado durante el período de Jair Bolsonaro, además del nombramiento de personal dirigido a encabezar organismos socioambientales tales como la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (Funai) y el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ibama), con el fin de fortalecer la capacidad de acción frente a estos temas (OpenDemocracy, 2023).

Asimismo, Lula ha tomado acción frente a problemáticas fundamentales como lo es la deforestación en la Amazonía, con la retoma del The Action Plan for the Prevention and Control of Deforestation in the Legal Amazon(PPCDAm), dirigidas a la ampliación de políticas relacionadas, incluidas firmes medidas de la aplicación de la ley, las cuales habían sido debilitadas por la administración de Jair Bolsonaro (Diario Chino. 2023). Lula Da Silva finalizó el 2023 con resultados positivos ante la emergencia ambiental latente, pues además de la disminución a la mitad de la deforestación en la Amazonía —lo que evitó la emisión de 200 millones de toneladas de CO2—, también hubo una reconstrucción de los organismos de fiscalización y de la gobernanza ambiental, así como la inclusión de asuntos ambientales en la agenda de diversos ministerios.

Por su parte, Colombia también ha contado con resultados destacables, pues según estadísticas del Ministerio de Ambiente, el presidente actual, Gustavo Petro, logró la mayor reducción en la deforestación en la última década con 29,1 % de disminución nacional y 36,4% en la Amazonía. Esto, sumado a su participación en la Conferencia de las Partes (COP), caracterizada por recalcar la gran necesidad de proteger la Amazonía, demuestra la importancia de la protección del medio ambiente en su agenda nacional. Adicionalmente, su gobierno logró salvar 50.586 hectáreas de bosque a nivel nacional, gracias a la reducción significativa de la deforestación del país en un 76%; igualmente, se habrían salvado 40.714 hectáreas en la Amazonía, es decir, lo equivalente a 58 canchas de fútbol (EL TIEMPO, 2023).

De igual manera, su enfoque no solo se encuentra en la deforestación, pues también ha hecho énfasis en la transición energética como fundamental en la lucha contra el cambio climático. Esto se refleja en inversiones de hasta 25 millones de dólares, las cuales han beneficiado a más de 70 mil personas con proyectos de comunidades energéticas y techos solares en instituciones públicas para municipios de categorías 5 y 6 —los más pequeños del país que cuentan con una población entre 10.001 y 20.000 para los de Quinta y menor a 10.000 para los de Sexta—. Además, tan solo en su primer año de gobierno, Petro otorgó más de 15 licencias para proyectos de energías limpias. Un aumento considerable comparado con las 21 aprobadas en los últimos gobiernos.

Sin embargo, y a pesar de los logros obtenidos por ambos mandatarios, también es inevitable mencionar tanto sus contradicciones como sus fallos. Ya que, por un lado, Lula Da Silva, a pesar de haber mostrado un ferviente apoyo a las demandas ambientales en la cumbre de la COP30 y de querer reducir la dependencia económica de los combustibles fósiles, también ha tomado paradójicamente la decisión de unirse a la OPEP, “una coalición de países productores de petróleo aliados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo” (Diario Chino). Por otro lado, Petro, al igual que Iván Duque, no han sido efectivos en la protección de líderes ambientales, ya que según la Human Rights Watch, en los tres primeros meses del Gobierno Petro fueron asesinados 35 líderes sociales (El País, 2022), con aumentos del 35% en los asesinatos a lideresas sociales en 2023. En otras palabras, si bien cada mandatario ha contado con aciertos y desaciertos, es crucial destacar el papel de los gobiernos de izquierda en la reducción de la deforestación de la Amazonía –una zona biodiversa considerada como la más importante de mundo–, así como cuestionar y reflexionar acerca de su ineficacia en la protección de líderes y lideresas ambientales.

En conclusión, el medio ambiente ha sido un asunto priorizado por los actuales gobiernos de izquierda en Colombia y Brasil, los cuales parecen más conscientes que sus homólogos de derecha en relación con el cambio climático y sus efectos globales. La crisis ambiental mundial demanda acciones concertadas entre todos los sectores y exige la participación de los países y de la humanidad en general, sin importar las ideologías propias de los encargados de manejar esta problemática en los Estados. La gobernanza ambiental no ha sido capaz de escapar de esta politización y polarización, pues, a pesar de los esfuerzos de líderes de derecha e izquierda por contrarrestar de cierto modo la crisis ambiental, la protección del medio ambiente queda de cierto modo relegada al momento de implementar las agendas políticas de estos gobiernos. Por ello, debe de tratarse con urgencia el diseño de políticas e iniciativas que fortalezcan la gobernanza ambiental y las instituciones con responsabilidad de ordenar, gestionar, supervisar y promover lo concerniente a un asunto crítico para la supervivencia de la Humanidad en nuestro siglo.

Referencias

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